El mapa mundial que revela dónde el plástico amenaza más a los océanos

Un equipo de la Universidad de Tulane elaboró el primer mapa global que evalúa los riesgos ecológicos del plástico en los océanos, publicado en la revista Nature Sustainability. El trabajo va más allá de la simple observación de los “continentes de plástico” flotantes, pues analiza cómo los desechos interactúan con la vida marina a través de cuatro vías de mayor peligro: la ingestión directa, la absorción de hilos y cuerdas abandonadas, la adhesión de contaminantes tóxicos a su superficie y la liberación de aditivos químicos.

Los resultados muestran que los puntos más críticos se ubican en el Pacífico Norte, el Atlántico Norte, el norte del Océano Índico y las costas de Asia oriental y sudeste asiático, regiones con alta concentración de residuos plásticos y, al mismo tiempo, gran biodiversidad. Esta superposición multiplica el riesgo de ingestión por parte de peces, aves y mamíferos marinos.

El estudio también revela que el impacto varía según el tamaño de los organismos: el zooplancton es altamente vulnerable a los microplásticos, mientras que los grandes depredadores los ingieren de manera directa o indirecta a través de sus presas. Esta acumulación en la cadena alimenticia amenaza la estabilidad de todo el ecosistema marino.

Riesgo global de ingestión de plástico por organismos marinos. (a–d) Perfiles que muestran la biomasa de organismos (naranja), la concentración en plástico ingerible (violeta) y el riesgo de ingestión resultante (azul). (e–p) Mapas globales de riesgo de ingestión en tres estratos ecológicos: epipélagique (e–h), mesopélagique (i–l) y migraurs verticaux (m–p), para diferentes clases de tallas corporales (2 mm, 84 mm, 823 mm y 1 759 mm). El nivel de color indica el riesgo (mol C m⁻³ kg m⁻³), del más bajo (azul) al más alto (rojo).

Además, los plásticos actúan como verdaderos “caballos de Troya”, al absorber contaminantes peligrosos como PFOS en las costas asiáticas y el Atlántico Norte, o metilmercurio en el océano Índico y el Atlántico sur. Sumados a aditivos como el bisfenol A o los ftalatos, estos compuestos no solo dañan la biodiversidad, sino que ponen en riesgo la salud humana a través del consumo de alimentos marinos contaminados.

Los investigadores advierten que, de mantenerse la producción actual de plásticos, el riesgo de ingestión podría triplicarse hacia 2060, comprometiendo la seguridad alimentaria global. No obstante, una reducción coordinada en la fabricación de envases y una mejor gestión de residuos —especialmente en países emergentes— podrían revertir significativamente la tendencia.

Para M. Zhang, autor principal del estudio, esta cartografía global constituye una herramienta científica esencial para orientar políticas internacionales de reducción de plásticos y acciones de limpieza oceánica.

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