Monreal teje acuerdo para la gobernabilidad en San Lázaro

La política como oficio de equilibrista

En el tablero político mexicano, donde cada movimiento puede convertirse en una crisis, Ricardo Monreal consiguió algo poco común: un acuerdo que garantiza la gobernabilidad de la Cámara de Diputados. El zacatecano, con su conocida habilidad de operador, logró tender puentes entre bancadas que apenas unas horas antes parecían irreconciliables. El resultado no solo se traduce en estabilidad legislativa, sino también en un respiro político frente a los desafíos que atraviesa el país.

Un pacto que evita el naufragio

La Cámara de Diputados es el espacio donde convergen intereses, ideologías y, muchas veces, egos desbordados. La falta de acuerdos ha puesto en riesgo, en más de una ocasión, la viabilidad de las reformas y del propio presupuesto federal. Monreal, con oficio político, diseñó un esquema que evita la parálisis legislativa y coloca al pleno en condiciones de sesionar sin sobresaltos.

El arte del consenso

El mérito no radica únicamente en la firma de un pacto, sino en el tejido fino que implicó convencer a partidos de oposición de sumarse a una ruta de gobernabilidad. Para lograrlo, Monreal apeló al sentido práctico: un Congreso ingobernable es terreno fértil para la inestabilidad nacional. Con ese argumento, logró abrir espacio a las voces críticas, que si bien no renunciaron a su postura, aceptaron integrarse a un marco de diálogo mínimo.

La oposición, entre la crítica y la prudencia

Las bancadas opositoras, acostumbradas a usar el desacuerdo como bandera política, esta vez optaron por un tono más pragmático. El acuerdo, aunque insuficiente para muchos de sus liderazgos, representa una oportunidad de incidir en la discusión parlamentaria sin quedar relegados a la simple protesta. A cambio, Monreal se comprometió a que las reglas del juego legislativo no se utilicen como herramienta de exclusión.

Gobernabilidad con humor negro

En un país donde los acuerdos suelen celebrarse como milagros, lo logrado en San Lázaro parece un acto de fe política. La ironía, sin embargo, es inevitable: se necesitó que la tensión rozara la ingobernabilidad para que los partidos recordaran que la política también consiste en construir. Monreal no vendió promesas, vendió estabilidad; y en tiempos de polarización, eso vale más que un discurso encendido.

Morena y la responsabilidad del poder

El acuerdo también manda un mensaje hacia adentro: Morena, como mayoría legislativa, debe aprender que el poder no equivale a avasallar. La estrategia de Monreal muestra que la gobernabilidad se sostiene en la inclusión y no en la imposición. Es un recordatorio de que el partido en el poder tiene la obligación de garantizar que las instituciones funcionen más allá de sus propias urgencias electorales.

Un respiro para la agenda legislativa

Con el pacto, la Cámara puede avanzar en temas clave que habían quedado congelados entre gritos y manotazos. Desde la discusión presupuestal hasta las reformas pendientes, la expectativa es que el nuevo marco de acuerdos reduzca los bloqueos y permita debates de mayor calidad. Monreal sabe que la eficacia legislativa es también un activo político de largo alcance.

El saldo político

Ricardo Monreal emerge de este episodio con un triunfo que lo reafirma como operador indispensable dentro de la 4T y del Congreso. El acuerdo alcanzado no es perfecto ni eterno, pero muestra que, aún en medio de la polarización, es posible construir consensos. Para la ciudadanía, lo positivo es claro: una Cámara de Diputados que funcione, aunque sea con alfileres, siempre será preferible a una que se colapse en su propio ruido.

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