Lo que parecía una escena de ciencia ficción ocurrió en la costa caribeña de Costa Rica. Un grupo de pescadores deportivos halló un tiburón con un aspecto nunca antes visto: de color naranja intenso y con ojos blancos semejantes a perlas. Su apariencia era tan peculiar que parecía pintado a mano, un hallazgo que rápidamente llamó la atención de la comunidad científica.
El avistamiento ocurrió en Barra del Parismina Limón, un poblado costero de apenas 500 habitantes. El tiburón, de casi dos metros de largo, fue capturado accidentalmente durante una excursión de pesca organizada por la empresa Parismina Domus Dei.
“Fue demasiado poderoso (…) normalmente sus colores son marrón, gris oscuro con algo de blanco, pero este encuentro resultó totalmente distinto a los que hemos enganchado por accidente. No buscamos pescar tiburones”, relató el pescador Garvin Watson a CNN. El animal se encontraba a 37 metros de profundidad en aguas de 31 °C. Tras fotografiarlo, él y su compañero Pablo Solano lo devolvieron al mar, permitiendo que siguiera su camino.
Un tiburón con un rasgo nunca antes documentado en el Caribe
El ejemplar pertenece a la especie tiburón nodriza (Ginglymostoma cirratum), un pez tropical habitual en el Atlántico occidental, el Golfo de México y el mar Caribe. Estos tiburones, también llamados “dormilones”, suelen pasar hasta 20 horas inmóviles en el fondo marino y pueden respirar sin necesidad de nadar, a diferencia de la mayoría de sus parientes.
La rareza de este encuentro radica en su pigmentación. De acuerdo con especialistas de la Universidad Federal de Río Grande (Brasil), el tiburón presentaba un caso de xantismo total, una mutación genética que altera la coloración normal y provoca tonalidades amarillas o anaranjadas debido a la acumulación de xantina en el cuerpo.
Este fenómeno es extremadamente inusual en especies marinas y, según los investigadores, nunca se había documentado en peces cartilaginosos del Caribe. De ahí que este ejemplar haya despertado tanto interés entre biólogos y expertos en vida marina.
Aunque el tiburón nodriza no es considerado peligroso para los humanos —su dieta incluye principalmente peces pequeños, moluscos y crustáceos—, puede morder en defensa propia si se siente amenazado. Su hallazgo en Costa Rica no solo representa una rareza genética, sino también una ventana para comprender mejor la biodiversidad del Caribe y las mutaciones poco conocidas en el mundo marino.