Servicios olvidados y pleito por el agua tensan la Cuauhtémoc

Por Bruno Cortés

 

El diputado federal Ávila cuenta que, aunque su residencia formal está en Aguascalientes, sus labores como vocero parlamentario lo mantienen buena parte del tiempo en la Ciudad de México, y específicamente en la alcaldía Cuauhtémoc, donde asegura que se ha vuelto un vecino más. Y eso, dice, lo ha convertido en receptor directo del enojo de cientos de habitantes que están cansados de lo que consideran un abandono evidente por parte de la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega.

En un tono más de vecino que de político, Ávila relata que las quejas se repiten como disco rayado: baches que se multiplican sin reparación, parques y mercados deteriorados, servicios públicos que no llegan y una sensación de que la seguridad no mejora. Para él, la molestia radica en que la alcaldesa pasa más tiempo opinando en redes sociales que atendiendo los pendientes de su demarcación. Asegura que no busca confrontaciones políticas ni protagonismos personales; simplemente, dice, está haciendo eco de la irritación de la gente. Incluso remata que la narrativa de “me persiguen porque me temen” no tiene sustento, pues —según afirma— la propia ciudadanía evalúa mal el desempeño de la administración local.

Mientras continúa la conversación, el diputado cambia de carril y entra al tema que está marcando buena parte de la agenda nacional: la reforma al sistema de agua. Afirma que los foros van avanzados y que la prioridad es clara: garantizar el derecho humano al agua y recuperar la rectoría del Estado sobre un recurso que, a su juicio, fue tratado como mercancía por gobiernos anteriores. Explica que durante décadas el PRI y el PAN entregaron concesiones sin control, lo que generó acaparamiento, desigualdad y el llamado “huachicol del agua”.

Hoy —asegura— esos privilegios están por terminar, y por eso los partidos de oposición “están desesperados inventando narrativas”. El legislador insiste en que la reforma no busca perjudicar a nadie, sino corregir un sistema que dejó a muchas comunidades sin acceso mientras unos cuantos hicieron negocio. La discusión seguirá en el Congreso en las próximas semanas, con la promesa de ordenar el uso del agua y poner freno a los abusos históricos.

En el fondo, ambas conversaciones —la molestia en Cuauhtémoc y la reforma hídrica— comparten un hilo conductor: la exigencia ciudadana de gobiernos que resuelvan problemas concretos, no que se pierdan en discursos.

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