Ciudad de México, 31 de julio de 2025 — Una década ha pasado desde el brutal multihomicidio en la colonia Narvarte, y lejos de obtener justicia, las familias de las víctimas y organizaciones de derechos humanos siguen enfrentando un muro de impunidad y omisiones. El asesinato de Rubén Espinosa (fotoperiodista), Nadia Vera (activista), Mile Virginia Martín (modelo), Yesenia Quiroz (maquillista) y Alejandra Negrete (trabajadora del hogar), ocurrido el 31 de julio de 2015, continúa sin esclarecer del todo, a pesar de que tres personas fueron condenadas por su participación.
Justicia incompleta y sin rostro
Aunque las autoridades lograron sentencias contra tres individuos —Daniel Pacheco Gutiérrez, César Omar Martínez Zendejas y el ex policía Abraham Torres Tranquilino—, los familiares insisten en que los autores intelectuales siguen en libertad. Para ellos, la verdad ha sido sepultada bajo expedientes mal integrados, líneas de investigación abandonadas y una Fiscalía que, aseguran, ha actuado con negligencia.
Organizaciones como Artículo 19 advierten que la investigación ha sido selectiva, dejando sin explorar posibles móviles políticos relacionados con el trabajo de Rubén y Nadia. A pesar de las múltiples solicitudes, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) no ha reactivado ni profundizado en estas líneas clave.
Memoriales borrados, dolor persistente
Además de la exigencia de justicia, las familias también reclaman el cumplimiento íntegro de la Recomendación 4/2017 de la Comisión de Derechos Humanos local, que contempla una reparación del daño en sentido amplio: apoyo psicológico, garantías de no repetición, acompañamiento legal y el respeto a la memoria de las víctimas. Sin embargo, denuncian que incluso los memoriales han sido retirados en más de una ocasión, como si se intentara borrar el recuerdo.
Protestas y exigencias al gobierno
En el marco del décimo aniversario, colectivos, familiares y activistas han encabezado movilizaciones frente a la Fiscalía capitalina, recordando que este caso no debe tratarse como un hecho aislado, sino como evidencia de un patrón de violencia estructural contra periodistas, defensoras de derechos humanos y mujeres en México.
Con pancartas, veladoras y gritos de exigencia, los manifestantes piden a las autoridades salientes y entrantes de la Ciudad de México que retomen el caso con seriedad, compromiso y presupuesto. “Las detenciones no son justicia… la justicia va más allá”, repiten los familiares.
Narvarte: símbolo de un país herido
El caso Narvarte, diez años después, se mantiene como un emblema doloroso de la impunidad y la revictimización. No sólo por la brutalidad del crimen, sino por la indiferencia institucional que lo rodea. Para las familias, la lucha no ha terminado: siguen exigiendo verdad, justicia y memoria como una deuda pendiente que el Estado mexicano aún no ha saldado.