La Ciudad de México vive una transformación acelerada en algunas de sus colonias más emblemáticas, donde la gentrificación ha dejado de ser un fenómeno aislado para convertirse en una realidad cotidiana. Colonias como Roma Norte, Condesa (incluyendo Hipódromo Condesa), Juárez, Narvarte Poniente, San Miguel Chapultepec, Escandón y el Centro Histórico encabezan la lista de las más impactadas por este proceso.
El incremento en los precios de renta y venta de viviendas ha sido alarmante. En la Roma Norte, por ejemplo, rentar un departamento de apenas 65 m² puede costar más de 23 mil pesos mensuales, una cifra impensable para muchas familias capitalinas. La llegada de residentes extranjeros, nómadas digitales, influencers y profesionales de altos ingresos ha reconfigurado el mercado inmobiliario y desplazado a sectores tradicionales.
¿Qué está en juego?
La gentrificación no solo cambia el paisaje urbano; también afecta directamente el derecho a la vivienda, un derecho humano reconocido en el artículo 4° de la Constitución Mexicana. Entre las principales consecuencias se encuentran:
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Desplazamiento de residentes originales, quienes se ven obligados a dejar sus barrios debido al encarecimiento de la vida.
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Especulación inmobiliaria que impulsa el aumento en los precios de renta y venta, exacerbado por plataformas de renta temporal como Airbnb.
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Transformación del tejido social, con la pérdida de la identidad comunitaria y el surgimiento de comercios enfocados en públicos de mayores ingresos.
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Déficit de vivienda asequible, agravado por la falta de regulación y políticas públicas efectivas.
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Vulneración de derechos humanos, al dejar fuera a amplios sectores sociales del acceso a una vivienda digna.
Respuestas y desafíos
El gobierno de la Ciudad de México ha comenzado a tomar cartas en el asunto. En días recientes, se iniciaron asambleas públicas para discutir los efectos de la gentrificación y se han anunciado programas de vivienda para jóvenes y familias trabajadoras. No obstante, colectivos ciudadanos y expertos urbanistas advierten que estas acciones son todavía limitadas, y que se requiere una política integral que enfrente de raíz el fenómeno.
La gentrificación representa uno de los grandes retos urbanos de la CDMX: equilibrar la modernización y el desarrollo económico sin expulsar a quienes han construido la historia, la cultura y el espíritu de sus barrios.
¿Cuál es el futuro de estas colonias?
La pregunta sigue abierta. Lo que está claro es que el debate sobre la gentrificación no puede seguir posponiéndose. El derecho a la ciudad —a habitarla, vivirla y transformarla— debe incluir a todas y todos, no solo a quienes pueden pagarla.