De princesa cautiva a pirata feminista: teatro que libera mentes en la CDMX

En un mundo donde las pantallas hipnotizan y los algoritmos dictan el entretenimiento, hay quienes apuestan por el viejo arte de mirar a los ojos, contar una historia y, de paso, cambiar al mundo. La compañía Nómadas. Arte Escénico se planta en esa trinchera con firmeza y fantasía. Su más reciente proyecto, Las aventuras de la capitana Alwilda (De princesa cautiva a legendaria pirata), es un manifiesto escénico que grita, con voz de narradora y cuerpo de juego, que el teatro aún puede ser motor de transformación social.

La obra se presenta los días sábado 13 y domingos 14 y 21 de septiembre en el Foro A Poco No, con funciones a las 13:00 y 17:00 horas. No hace falta escenografía millonaria ni efectos especiales: basta una tela, tres artistas en escena y un público dispuesto a imaginar. Con el apoyo del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, Nómadas construye un espectáculo que es más bien una expedición: un viaje a la libertad, la imaginación y la resistencia desde la mirada de las infancias.

Inspirada en la figura histórica de Alwilda, una princesa escandinava del siglo V que desafió su destino de sumisión para convertirse en pirata, la obra —escrita por Diana Bastida— se despliega como un juego escénico que combina la narración oral, el teatro de objetos y la interacción directa con el público. No hay aquí princesas esperando ser rescatadas, sino mujeres tomando el timón y navegando contra corriente.

La dirección de Abraham Lindoro, quien también actúa junto a Bastida y el actor Carlos Enrique Huerta, transforma el escenario vacío en un mar de posibilidades. Sin sermones ni panfletos, la obra siembra ideas: sobre el género, la autonomía personal, el valor de la imaginación colectiva y la posibilidad de repensar los cuentos que nos contamos desde niños.

El dispositivo escénico es minimalista pero poderoso. Con una sola tela —sí, una tela— se construyen barcos, tormentas, mapas y hasta monstruos. El público —grandes y pequeños— no solo observa, sino que participa activamente en la travesía. Porque aquí el teatro no es espectáculo pasivo, sino espacio compartido, laboratorio de ideas y territorio de empatía.

“Creemos que el teatro puede ser vehículo de diálogo social y encuentro comunitario”, explican Bastida y Lindoro. Y lo creen en serio. No es casual que su enfoque esté dirigido a las infancias, ese territorio muchas veces olvidado por los circuitos culturales, donde la imaginación aún no ha sido domesticada por los algoritmos ni la lógica de mercado.

La puesta en escena cuenta con iluminación y fotografía de Luis Villegas, y es una producción conjunta de Nómadas con Eclipses Laboratorio Artístico, prueba de que aún hay alianzas que se gestan desde el compromiso artístico, no desde el cálculo de taquilla. Y aunque las entradas cuestan $227 —modestos para el estándar citadino—, el valor simbólico de la experiencia no se mide en pesos, sino en preguntas abiertas y futuros posibles.

Las aventuras de la capitana Alwilda no solo rescata una historia olvidada; la reescribe desde el presente, con niñas y niños como testigos y protagonistas. En tiempos de discursos vacíos y promesas recicladas, el teatro vuelve a recordarnos que la revolución empieza en un escenario… y que a veces, la libertad comienza jugando.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *