La crisis sanitaria por COVID-19 no solo puso a prueba los sistemas de salud, también visibilizó una realidad alarmante: las violencias al interior de los hogares, especialmente contra niñas y mujeres, alertaron expertas en un reciente encuentro académico.
Leticia Cano Soriano, titular del Programa Universitario sobre Cultura de Paz y Erradicación de las Violencias, destacó que el proyecto Emergencia Social Comunitaria (2020-2023) documentó un aumento significativo de maltratos físicos y emocionales durante la pandemia. “Es una de las emergencias que no podemos dejar pasar por alto”, subrayó.
A pesar de que la pandemia terminó, Cano Soriano enfatizó que el camino por recorrer en investigación, intervención social y trabajo multidisciplinario sigue siendo largo, especialmente en comunidades, familias y grupos vulnerables.
El foro, organizado por la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM y la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Murcia, España, dedicó su octava sesión al tema: “Más allá de la pandemia: salud, salud mental y resiliencia social en la era post-COVID”.
Por su parte, la investigadora de la Universidad de Calgary, Mónica Sesma Vazquez, relató la experiencia canadiense en salud mental, donde coincidió con Cano Soriano sobre el aumento de la violencia familiar y de género, feminicidios y otras situaciones extremas. Resaltó que niñas y mujeres vieron incrementadas sus cargas domésticas, mientras que algunos jóvenes experimentaron pérdidas en sus límites laborales y un vínculo tóxico con la tecnología, derivando en agotamiento y estrés constante.
“La atención de salud mental dio un giro: de sesiones presenciales se pasó a la teleterapia y servicios digitales, incluso mediante aplicaciones y herramientas como ChatGPT”, explicó Sesma Vazquez.
Además, mencionó la aparición de los llamados “hijos de la pandemia”: jóvenes que durante la cuarentena enfrentaron ansiedad y dificultades para integrarse a espacios colectivos, ignorando cómo trabajar en equipo y generando nuevas cargas familiares.
Las especialistas coincidieron en que la sociedad aún enfrenta secuelas profundas de la pandemia, desde la compassion fatigue en profesionales de la psicología hasta nuevos tipos de estrés vinculados al sedentarismo y al exceso de pantallas, para los cuales todavía no existen tratamientos específicos.
El encuentro evidenció que el aprendizaje post-pandemia no solo involucra protocolos sanitarios, sino también estrategias urgentes para proteger la salud mental y erradicar las violencias que siguen afectando a los hogares.