México y Brasil unen fuerzas para impulsar la producción de biocombustibles

México y Brasil acaban de dar un paso firme hacia la sostenibilidad energética: firmaron una Declaración de Intención para cooperar en producción, uso, regulación y certificación de biocombustibles. El acto fue encabezado por Luz Elena González, secretaria de Energía, y el vicepresidente brasileño, Geraldo Alckmin. La firma se llevó a cabo en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores en presencia del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, junto a su equipo y representantes de la agencia brasileña Apex.

Este acuerdo incluye sectores estratégicos como bioetanol, biodiésel, combustibles sostenibles de aviación (SAF) y combustibles marítimos. La idea es combinar la experiencia brasileña de décadas con el impulso regulatorio y legal reciente en México, que incluye una nueva ley aprobada hace meses que regula la mezcla de biocombustibles en gasolina, diésel y jet fuel, además de dar plazo a la Sener hasta marzo de 2026 para diseñar programas concretos.

Brasil llega a la mesa con regulaciones muy ambiciosas, como el mandato de mezcla del 30 % de etanol en gasolina y la meta de reducir emisiones en aviación con SAF. Por su parte, México apuesta a energías verdes para asegurar su independencia energética y dinamizar su agroindustria.

Además, se anunció un memorando de entendimiento entre la Secretaría de Economía de México y la agencia Apex de Brasil, enfocado en atraer inversión y fortalecer la capacidad competitiva de las empresas de ambos lados.

Este movimiento forma parte de una estrategia más amplia: durante la visita, Alckmin mencionó que en agosto de 2026 podrían firmarse nuevos acuerdos sectoriales, además de impulsar el comercio en baterías para autos eléctricos y la posible compra de aviones Embraer por parte de México. Sin embargo, tanto México como Brasil descartan un acuerdo de libre comercio completo, por tratarse de economías más competitivas que complementarias.

En resumen, es una jugada inteligente: México obtiene respaldo tecnológico y protocolos claros para escalar su industria de combustibles limpios, mientras Brasil expande su influencia y mercado en América Latina. Esta alianza marca un momento clave en la cooperación regional verde.

 

 

 

 

 

 

 

 

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