En pleno reacomodo del poder político en México, Morena enfrenta una de sus crisis más delicadas. Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores del partido gobernante y figura clave del obradorismo, está en el ojo del huracán luego de que se revelaran presuntos vínculos con Hernán Bermúdez Requena, alias “El Comandante H”, acusado de liderar la organización criminal “La Barredora” y hoy prófugo de la justicia con una ficha roja de Interpol.
La relación entre López Hernández y Bermúdez se remonta a su gestión como gobernador de Tabasco entre 2019 y 2021, cuando nombró al ahora prófugo como secretario de Seguridad del estado. La tormenta estalló en julio de 2025, cuando autoridades castrenses confirmaron que Bermúdez cuenta con una orden de aprehensión desde enero. De inmediato, la oposición —liderada por el PAN y el PRI— tomó el caso como bandera. Jorge Romero, dirigente panista, anunció una denuncia penal contra Adán Augusto, mientras Alejandro Moreno, líder priista, aseguró que desde 2019 existían reportes que ligaban al entonces funcionario con el crimen organizado, según documentos filtrados por la organización Guacamaya.
La presión llevó a López Hernández a pronunciarse públicamente durante una sesión del Consejo Nacional de Morena, donde calificó las acusaciones como «politiquería» y aseguró estar dispuesto a colaborar con las autoridades. Sus palabras fueron recibidas con aplausos y gritos de “¡No estás solo!” por parte de senadores y militantes, en un intento evidente de cerrar filas en torno a su figura.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México y líder moral del partido, respaldó a su aliado señalando que, por el momento, no existe investigación formal en su contra, aunque dejó abierta la puerta para que la Fiscalía General de la República actúe si encuentra elementos suficientes. Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, también salió al paso, afirmando que Adán Augusto “no tiene nada que aclarar” y reiterando que el partido no tolera la corrupción.
Sin embargo, no todos dentro de Morena ven el caso como una simple campaña de desprestigio. Dolores Padierna, diputada morenista con amplia trayectoria, reconoció que el escándalo “puede manchar al partido”, especialmente en un momento en el que Morena se prepara para las elecciones intermedias y la sucesión presidencial de 2030.
Analistas políticos advierten que el caso no solo puede debilitar a López Hernández, sino que podría afectar la relación bilateral con Estados Unidos. La figura de Bermúdez, presuntamente vinculada al tráfico de drogas y a operaciones violentas en el sur del país, ha llamado la atención del entorno de Donald Trump, quien ha vuelto a endurecer su discurso contra los gobiernos latinoamericanos que no “combaten con firmeza” al narcotráfico.
Internamente, el caso también ha destapado viejas tensiones. Gobernadores como Alfonso Durazo y Layda Sansores ya habían mostrado molestias por la influencia de Adán Augusto dentro del partido, especialmente tras la inclusión de operadores políticos cuestionados en su fallida campaña presidencial de 2024. A eso se suman los roces con Ricardo Monreal y el gobernador tabasqueño Javier May, quien recientemente lanzó críticas veladas desde su bastión en Cárdenas.
El poder de López Hernández dentro de Morena es considerable. No solo controla al grupo parlamentario en el Senado, sino también estructuras clave del gobierno federal como delegaciones de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, particularmente en puertos estratégicos. Según fuentes dentro del propio partido, hay sospechas de que estos espacios se han usado para operaciones de “huachicol fiscal”, un esquema de desvío de recursos que habría fortalecido su red política.
El desenlace aún es incierto. Todo dependerá de las investigaciones de la Fiscalía y de la estrategia de Claudia Sheinbaum para evitar que este escándalo deteriore su imagen en los primeros años de gobierno. La presidenta enfrenta un dilema: respaldar a un viejo aliado del obradorismo o trazar una línea clara que marque el inicio de una nueva etapa para Morena.
Mientras la oposición intenta capitalizar el momento y las redes hierven de acusaciones y teorías, el partido oficialista vive uno de sus episodios más delicados desde su fundación. El caso Adán Augusto puede marcar un antes y un después en la historia interna de Morena, y aún queda mucho por definirse.
¿Será este el fin político del exsecretario de Gobernación? ¿O logrará capear la tormenta con el apoyo del aparato morenista? El tiempo —y la justicia— lo dirán.