Las aguas residuales de los aviones revelan la silenciosa propagación de superbacterias

La resistencia a los antimicrobianos (RAM) representa una de las mayores amenazas para la salud global del siglo XXI, con proyecciones que indican que podría superar al cáncer como causa de muerte para 2050 si no se toman medidas urgentes. En este contexto, un equipo internacional de científicos ha utilizado las aguas residuales de aviones comerciales como una innovadora herramienta de vigilancia epidemiológica, revelando cómo los viajes internacionales facilitan la dispersión de superbacterias por todo el planeta.

El estudio, liderado por investigadores de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO) y la Universidad de Australia Meridional, analizó muestras de 44 vuelos internacionales procedentes de nueve países —entre ellos India, Reino Unido, Alemania y Emiratos Árabes Unidos— que aterrizaron en Australia. Mediante técnicas moleculares avanzadas, identificaron nueve patógenos prioritarios y genes de resistencia críticos. Cinco de estas superbacterias aparecieron en todas las muestras, y en 17 de ellas se detectó un gen conferente de resistencia a antibióticos de último recurso, ausente en las aguas residuales australianas durante el mismo periodo.

Estos hallazgos confirman que los viajeros internacionales actúan como vectores involuntarios de patógenos resistentes. Las disparidades geográficas fueron significativas: los vuelos procedentes de Asia, especialmente de India, mostraron concentraciones notablemente más altas de genes de resistencia en comparación con los originarios de Europa o Reino Unido. Según Yawen Liu, coautor del estudio, estas diferencias reflejan variaciones en el uso de antibióticos, condiciones de saneamiento, densidad poblacional y políticas de salud entre regiones.

Un aspecto crucial de la investigación fue verificar la viabilidad del método. Los científicos comprobaron que los desinfectantes utilizados en los baños de los aviones no degradan el material genético de los patógenos hasta 24 horas después, lo que valida la confiabilidad de las aguas residuales como fuente de información para la vigilancia global.

Este enfoque se basa en experiencias previas durante la pandemia de COVID-19, cuando el CSIRO detectó el SARS-CoV-2 en aguas residuales de vuelos de repatriación. La escalada de la RAM —que podría causar 39 millones de muertes anuales en tres décadas— exige herramientas innovadoras para su contención. Como señaló Nicholas Ashbolt, microbiólogo de la Universidad de Australia Meridional, «monitorear las aguas residuales de aviones podría complementar los sistemas de salud pública, proporcionando alertas tempranas sobre amenazas emergentes».

La propuesta convierte los baños de los aviones en centinelas epidemiológicos: una estrategia no invasiva, rentable y escalable para rastrear patógenos antes de que se establezcan en comunidades locales. Warish Ahmed, investigador principal del CSIRO, lo resume así: «Ahora tenemos las herramientas para transformar los aviones en sistemas de alerta temprana. Esto es un paso crítico para gestionar proactivamente la salud pública global».

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